viernes, 11 de marzo de 2016

La historia de las mujeres, todavía una asignatura pendiente

Por Montserrat Boix

“La historia la cuentan siempre los vencedores y las mujeres hemos sido las vencidas en todas las guerras, no solo de las bélicas [...] Es urgente contar la historia de nuevo tal y como ha transcurrido. Dando a las mujeres la verdadera dimensión que merecen, sacándolas del silencio que las niega en los libros de historia y dándoles el protagonismo real que han tenido, limpiando a los personajes femeninos del destino o bien ejemplarizante de reinas o santas o bien de contramodelo para que el resto de mujeres aprendamos lo que no debemos hacer”. Les Comadres. La otra historia.

Hace pocas décadas que tenemos la posibilidad de empezar a descubrir una historia ocultada durante siglos. Las mujeres, además de su aportación para sostener el hogar como madres y cuidadoras, han realizado una importante labor en el desarrollo político, científico, social y económico que la historia -escrita por los hombres- ha invisibilizado.
Siglos enteros de civilización, guerras, hambrunas y epidemias, el nacimiento de las ciudades o la vida campesina bajo el feudalismo se han contado sin incluir a las mujeres: la historia de los varones era extensiva a la historia de la humanidad. En 1988 dos historiadoras norteamericanas, Bonnie S. Anderson profesora del Colegio de Brooklyn y Judith P. Zinsser de la Escuela Internacional de Naciones Unidas escribieron Historia de las mujeres, una historia propia [1] que se ha convertido en un referente para el movimiento feminista en la reconstrucción de la historia. En este libro las autoras se cuestionan incluso la validez de las categorías históricas tradicionales porque están organizadas y formuladas de tal manera que no dejan espacio a las mujeres, a sus ocupaciones y aportaciones y están definidas en función del varón.
El Renacimiento, por ejemplo, es un “renacer” sólo para los varones, que ven mejoradas en esa época sus posibilidades educativas y laborales. Para las mujeres fue todo lo contrario: no pudieron acceder a la educación humanista y los nuevos estados, centralistas y uniformadores, y se dictaron leyes que restringieron aún más sus posibilidades. También la fundación de las universidades se estudia siempre como un factor positivo de desarrollo pero nunca se ha tenido en cuenta su repercusión negativa para las mujeres. Hasta el siglo XIII la presencia e influencia femeninas en la educación son mayores que las de los varones, son activas enseñantes, intelectuales, mecenas y escritoras pero la universidad excluye a las mujeres y el saber pasa a ser patrimonio del varón. Desde la perspectiva de la educación y la cultura Joan Kelly-Gadol publica un artículo titulado provocativamente “Did Women Have a Renaissance?” planteando la necesidad de repensar las cronologías en función de las mujeres [2]. Si se refiere a la historia de las mujeres ¿no se debería destacar más bien la Reforma y la Contrarreforma, puesto que a partir de entonces, la Iglesia multiplica los conventos que dispensan una instrucción básica a las niñas, algo que en los países católicos tiene como consecuencia una considerable mejora en la educación de las mujeres y sus posibilidades culturales? [3]
Pero releer la historia en clave femenina no significa sólo rescatar el protagonismo de las mujeres en el pasado sino presentar instrumentos para repensar la dinámica histórica en su conjunto, dice Mary Nash [4] fundadora del Centro de Investigación Histórica de la Mujer en la Universidad de Barcelona creado 1982 y dedicado a la investigación y docencia de la historia de la mujer. Implica que cuando se estudia la sociedad contemporánea debe estudiarse el papel decisivo del ámbito privado en el desarrollo histórico y el papel de las mujeres en ese ámbito.
La mirada con perspectiva de género en la historia permitirá tener una perspectiva del impacto tan diferente que para hombres y mujeres han tenido la industrialización del siglo pasado, las revoluciones liberales del siglo XIX o las dinámicas democratizadoras del siglo XX. [5] Había que reinterpretar la historia, cuestionarse todo lo aprendido hasta la fecha, incorporar los nuevos datos y las nuevas categorías. Si entre los hechos históricos tenemos sólo en cuenta las actividades como la guerra y no la producción de ropas y alimentos, la posesión de propiedades en vez de la producción y el trabajo, la mujer quedará fuera. El resultado ha de ser necesariamente la transformación de nuestra visión del mundo y de la historia [6]
Y el trabajo de rastreo de la historia de las mujeres no ha sido fácil. Muchas firmaron obras con el nombre de sus maridos como la escritora María Lejárraga, o con un seudónimo masculino como Fernán Caballero o Georges Sand; otras son consideradas oficialmente solo colaboradoras como al principio Madame Curie que trabajó al lado de su marido durante diez años y sólo después del Premio Nobel conjunto obtuvo su primer puesto de trabajo remunerado.
Marginadas desde la prehistoria
¿Por qué se ha ocultado a las mujeres? ¿Es fruto del pensamiento de la época que ignoraba su papel y simplemente mala fe? El historiador y el copista cuando en los siglos XIV o el XVIII selecciona los elementos de la realidad lo hace con los prejuicios sexistas que le llevan a no considerar las obras de quien considera inferior.
En el estudio de la prehistoria se dio por hecho que todas las figuras humanas sin rasgos sexuales -ni masculinos ni femeninos- eran varones y se adjudicaron al varón todas las funciones representadas, llegando a la conclusión de que la mujer que tenía menos presencia, ocupaba un rango jerárquicamente menor en esas sociedades.
Esta manipulación de fuentes investigadas, indeterminación de los géneros, ignorancia y olvido de las mujeres que llegan hasta nuestros días -señala la historiadora Consuelo Vega- contrastan por suerte, con otras obras totalmente distintas como La especie elegida de Juan Luís Arsuaga y el equipo de investigadores que han trabajado en los yacimientos de la Sierra de Atapuerca. No sólo es modélica por su voluntad de utilizar un lenguaje no sexista y de identificar en los grupos humanos a los hombres y las mujeres -dice Vega- sino que presta atención al género: cuando habla de los cambios óseos y musculares que conducen al bipedismo y la postura erguida, se estudian con detalle sus repercusiones en las hembras de la especie; cuando se calculan la altura y el peso de nuestros antepasados se cuida siempre de calcular bien, a la vez y al mismo nivel, el de nuestras antepasadas, cuando se habla de los tamaños de los cerebros, incluso se aprovecha la ocasión para echar por tierra, con fórmulas científicas, las teorías que atribuían menor inteligencia a la mujer por su menor capacidad craneal. (Vega:17)
¿Es casualidad que la obra de Trótula, una médica ilustre del siglo XI autora de un tratado de medicina femenina traducido y copiado durante siglos, en el siglo XVI cuando se imprimió, justo en un momento en el que se alejó a las mujeres de la medicina y la ciencia, fuera adjudicada a un nombre de varón? En Francia se sabía de la existencia de Dhuoda, autora de la primera obra francesa de pedagogía, escrita en el siglo IX, pero en las escuelas se enseñaba que el primer autor era Rabelais seguido de Montagne.
¿Y las fuentes, puede continuar siendo válido considerar que las fuentes jurídicas o las religiosas son las más creíbles tal como se ha hecho durante siglos cuando éstas reproducían la visión del mundo desde la exclusiva mirada masculina?
Recuperando el protagonismo histórico
Nuestras primeras antepasadas aprendieron a preparar barro y hornear cerámica; trabajaron los esmaltes y mezclaron cosméticos origen de la ciencia química. Al encargarse de la agricultura y la recolección, también descubrieron las propiedades medicinales de las plantas y aprendieron a secar, almacenar y mezclar las sustancias vegetales. Las mujeres siempre han sido curanderas, cirujanas y parteras [7].
¿Porqué esos trabajos no han sido considerados con la misma importancia que los realizados por el varón? El movimiento feminista empezó a cuestionarlo y las feministas universitarias -no necesariamente historiadoras- empezaron a poner interrogantes y a buscar respuestas [8]. Una dinámica apoyada con gestos, como el organizado por las feministas de París en 1970 al convocar una concentración ante el Arco de Triunfo para depositar una ofrenda floral “a la mujer del soldado desconocido”. ¿Quién se ha molestado en recordar las consecuencias para las mujeres de las guerras organizadas en su mayoría por los hombres?
Michelle Perrot, profesor emérito de historia contemporánea en la Universidad de Paris, especialista de historia de las mujeres explica así la evolución de la percepción que desde la Universidad se tuvo de estas reivindicaciones. He aquí tres fechas significativas -dice Perrot- de un recorrido que fue el mío. 1973 (título de la conferencia en) primer curso: “¿Las mujeres, tienen una historia? la interrogación traducía nuestra perplejidad; 1983 coloquio en Saint Maximin: “¿Es posible una historia de las mujeres?”; en 1991-92 aparece “La historia de las mujeres en Occidente”. Se pasa de la interrogación a la afirmación sintética [9].
¡Hace menos de veinte años que el derecho de las mujeres a ser reconocidas en la historia de la humanidad ha dejado de ser un interrogante!
La historia de las mujeres ha empezado por el estudio y la reconstrucción de sus roles tradicionales de su cuerpo, de la maternidad. Después se ha investigado la educación, el trabajo de las mujeres bajo todas sus formas. Llegó a continuación la política y la esfera pública y su papel en todas las formas de poder y las mujeres en la creación, pintura, música, ciencia. Perrot considera que un terreno poco explorado es el de las violencias contra los cuerpos de las mujeres -el cuerpo violado, violentado, utilizado, explotado- que está escondido por el pudor tradicional y por el consiguiente rechazo de las mujeres que se sienten culpables [10].
Nombres propios como homenaje
Reconstruir la genealogía de las mujeres científicas significa realizar un trabajo de recuperación de espacios de libertad femenina dice Nuria Solana en su texto Mujer y Ciencia [11] . En ese esfuerzo de recuperación histórica en el que estamos inmersas, ausentes todavía muchos nombres de mujeres relevantes en los libros de texto de las escuelas, se impone reclamar una merecida normalización de su presencia tras la invisibilidad de la que han sido víctimas durante siglos.
* El contexto romano fue más favorable que el griego a la participación de las mujeres en la ciencia y sobre todo en la medicina porque tras la conquista de Grecia en el siglo II a.C. los romanos llevaron a Roma varias médicas, las cuales influyeron decisivamente en el desarrollo de esta actividad en los siglos siguientes. De esta tradición quedan testimonios como las figuras de Sorano de Efeso, Olimpia de Tebas, Metrodora y Aspasia.
* Contrariamente a lo que pueda pensarse, tanto en el imperio bizantino como en el mundo musulmán las mujeres fueron libres para dedicarse a sus intereses científicos.
*La Edad Media hizo posible que las mujeres estudiaran y gozaran de una libertad intelectual que según algunos, no se repetirá hasta nuestros días. Las Beginas fue una comunidad de mujeres que decidieron vivir juntas, libres, activas, solidarias y sin jerarquías. La comunidad se extendió por Holanda, Baviera, Francia y llegó hasta Cataluña. A ella pertenecieron Matilde de Magdeburgo, Beatriz de Nazaret, o Margarita Porete que se empeñaron en abandonar el latín y escribir en lengua vulgar. Sus obras son consideradas como el origen de las lenguas europeas modernas.
* Las mujeres han realizado una gran aportación al mundo de la matemática, física, biología trabajando en condiciones especialmente difíciles. ¿Cómo olvidar la historia de Hipatia de Alejandría , maestra matemática o Ada Byron la primera programadora de la historia?
Libros que te pueden interesar sobre este tema:
Mujer y educación. Educar para la igualdad, educar desde la diferencia. Ana González Rodríguez; Carlos Lomas García (Editorial Graó)
Maria Teresa Ayuso López. Fuentes documentales sobre el trabajo de las mujeres. Madrid. Akal. 1997
Anderson, Bonnie S; Zinsser Judith P. 1991. Historia de las mujeres: una historia propia. 2 vols. Ed. Crítica. Barcelona.
El genero en historia. Anne Pérotin-Dumon. Versión “on line” completa en: [http://www.sas.ac.uk/ilas/genero_portadilla.htm]
La otra historia. Mujeres hablando de mujeres. Dido, Hipatia, Cleopatra, Hildegard von Bingen, Catalina Benincasa. Ed. Tertulia feminsita Les Comadres. Gijón

Notas

[1] Historia de las mujeres: una historia propia (2 vols) Anderson, Bonnie S y Zinsser, Judith P. (1991) Barcelona. Editorial Crítica
[2] Kelly Gadol, Joan, “Did Women Have a Reaissance? En Becoming Visible. Op. Cit. 1977. Ed. En español “¿Tuvieron las mujeres renacimiento?” en Historia y género: las mujeres en la historia moderna y contemporánea. Merlang James y Mary Nash comps. Valencia Edicions Alfons el Magnanim 1990. Citado en “El genero en historia”. Anne Pérotin-Dumon. Versión “on line” completa en:http://www.sas.ac.uk/ilas/genero_po...
[3] Pilar Gonzalbo. Las mujeres en la Nueva España: educación y vida cotidiana. México. El Colegio de México 1987. Cristina Segura. De leer a escribir. La educación de las mujeres, libertad o subordinación? Madrid. Al-Mudayna 1988. Citado en “El género en historia”.
[4] Mary Nash. Limererik (Irlanda) 1946. Nacida en Irlanda, llega a Barcelona en 1968 y desde principios de los setenta centra su trabajo en el estudio de las mujeres en España. Es Catedrática de Historia Contemporánea en la Universidad de Barcelona.
[5] Mary Nash. Gaceta Sindical. Noviembre 1999
[6] Consuelo Vega Díaz. La mujer en la historia y la historia de las mujeres.
[7] “La otra mitad de la ciencia”. Fundación IDIS
[8] “El genero en historia”. Anne Pérotin-Dumon. Versión “on line” completa en:http://www.sas.ac.uk/ilas/genero_po...
[9] Label France. Nº 37. 10/1999
[10] Idem
[11] Nuria Solana. Mujer y ciencia. En el libro Mujer y educación. Educar para la igualdad, educar desde la diferencia. Ed. Graó

Fuente: http://www.mujeresenred.net/spip.php?article272

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